martes

Gritos envasados al vacío

Apuraba el último cigarro mientras bajaba rápidamente por las escaleras. A la vez que se anudaba el pelo en un moño, se terminaba de colocar la chaqueta para salir a la calle. Una vez fuera, dejó caer lo poco que quedaba del cigarillo y se dirigió hacia la estación. Estaba tranquila y satisfecha. Tenía los billetes preparados para empezar su nueva aventura, una aventura nueva y insospechada, qué le traería alegrías, disgustos, sorpresas, decepciones, aun así, ella era feliz, caminaba con la cabeza erguida y dispuesta a enfrentarse a todo ello, con la esperanza, que pese a los problemas, encontraría en su nuevo destino, lo que estaba buscando, una razón para seguir adelante.

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